jueves, 4 de noviembre de 2010



Ahí está Don Quijote… Pensativo, es la primera impresión que dá. Mudo, sólo observa lo que ocurre desde el ricón de una sala y detrás de una maceta, la perspectiva que le ha tocado es la mejor para disfrutar de la vida diaria en un vaivén. Es el lado opuesto de una puerta de entrada, que recibe con una campana que bien pudiera usarse en los seminarios para llamar a comer. Después, un comedor con su vitrina llena de copas, tazas, y vajillas que nunca saben el sabor de una bebida, o degustan un platillo, ya que aunque esa es su función, estas sólo adornan. Ahí cerca hay una escalera, conduce a las habitaciones, lugar donde Don Quijote sólo imagina lo que pasa porque no lo puede ver; escucha los murmullos, las risas, programas de televisión, los pasos que retumban sobre El. Más adelante una cantina, tiene botellas de tequila, mezcal y cognac, también, posa un águila disecada en posición de combate, con las alas desplegadas y el pico abierto, parece que se escuchara su peculiar sonido. No infunde pánico, mas bién produce admiración. En la otra pared y bajo las escaleras hay un librero, fotos familiares, plantas, objetos antiguos, todo menos libros. Ya casi en su plano cercano Don Quijote esta en el ángulo de 2 sillones, esperando que algún visitante lo note, lo admire, cuestione su origen… sin embargo no le queda más que seguir mirando desde su rincón y tras una maceta, el diario ir y venir de habitantes de esa casa, para quienes Don Quijote, es un objeto inventariado.

Jorge Miguel Arrieta Torres